Transmisión 0005- 19/Abril/2009 - Puerto Fluvial del Llobregat - Afueras de Barnacity - Canal de la Resistencia.
Saludos Camaradas, transmito desde nuestra furgoneta Vipandra mientras Jhon conduce de vuelta a Hospitaun y Laysac se hecha una siesta. Volvemos con una nueva carta de Magik a buen recaudo y con una nueva y misteriosa amiga llamada Gina.
Todo empezó cuando Sujeto Desconocido nos convocó en el centro Caótico para darnos una nueva misión. Un familiar de Krad el Zurdo se esconde en la lejana Bilbado y al parecer entre sus posesiones esconde una carta de Magik. Decidimos emprender el viaje a la tierra del vinacho, la llúvia y el buen comer... inmediatamente.
En la puerta del Caótico nos esperaban los Fanhunters que están a perpetua vigilando el lugar, Gervasio y Vicente. Como últimamente se portan bien y no nos dan mucha tela, decidimos deshacernos de ellos de forma no dolorosa. Jhon cogió el viejo uniforme gastado y hecho polvo que tenemos en el Caótico y se hizo pasar por oficial de paseo, les ladró 4 ordenes rápidas para que se fueran y los pobres decidieron obedecer sin rechistar. Con la ruta de salida despejada, nos subimos Laysac, Jhon, Sujeto Desconocido y yo a Vipandra y emprendimos el viaje al Norte, o eso creíamos.
A medio camino nos encontramos con un muro de Fanhunters Annhilates en posición hostil. Sabían que eramos el Comando Hospitaun y nos exigían que depusiéramos armas y cartas de Magik. Mientras Jhon intentaba arrancar en la huida (falló), Laysac fingía sufrir un parto (falló) y yo le susurraba al oído al Psikario que matara a todo el mundo (falló)... apareció un Cadillac hipermolón con una Banda Sonora de Frank Sinatra y el escudo Papal en el capó. El mismísimo Alejo Cuervo se apareció ante nosotros como si nada, bajando del coche en medio de la tensa, a la par que ridícula, situación. Sorprendido porque el famoso Comando Hospitaun estuviera protagonizando una escena tan patética, nos ofreció un trato Fenicio... Nos dejaría vivir si aceptábamos un encarguito suyo, ante la situación y sin fuego de apoyo y muy a nuestro pesar, aceptamos.
Subimos con Alejo en su Cadillac y dejamos a Sujeto Desconocido volver a casa con Vipandra. Mientras nos regalaba los oídos con un disco de canciones de ascensor clásicas, Alejo I nos detalló en que iba a consistir su plan. Al parecer un muy buen amigo suyo H.P. Lovecraft había dejado en herencia a su sobrina un libro que el codiciaba, es un tomo sin importancia llamado Necronomicón. Nos miramos aterrados ante la idea de que Alejo consiguiera ese libro, pero la cosa tenía más guasa. La sobrina de H.P. Lovecraft había desaparecido desde hace días y Alejo quería que fuéramos a investigar que le había sucedido en la mansión familiar. Quería un grupo de mercenarios para tal tarea por si algo salía mal no salpicara al Papado. A cambio de el Necronomicón, nos dejaría seguir con nuestra búsqueda de las cartas Magik... de momento. Aceptamos a regañadientes y pensando que más adelante ya le daríamos la vuelta a la tortilla.
La mansión de los Lovecraft era un edificio austero de madera típico de película de casa encantada. Comprendimos porque Alejo no se quería meter dentro, esa estructura cochambrosa solo presagiaba problemas.
Nos metimos de cabeza, Jhon por la puerta principal, Laysac por la puerta de atrás y yo directamente a la planta superior. El interior de la casa estaba vacío como si los que vivían se hubieran marchado corriendo sin tiempo de recoger. En la planta baja Jhon y Laysac no encontraron nada de valor, yo por mi parte en la planta superior encontré una carta muy interesante que detallo a continuación.
Nuestro amigo se llevó su carta de Magik pero no se llevó el Necronomicón. |
Me dirigía a reunirme con mis compañeros para comentarles mi hallazgo cuando oí tiros y me vino un fuerte tufo a pescado provenientes de la planta baja. Corrí lanzallamas en ristre y me encontré delante mío a lo que un lector de Lovecraft describiría como un par de Profundos. La planta baja estaba infestada de ellos que se abalanzaban sobre nosotros, Laysac tenía un mordiéndole la espalda mientras rajaba a otro con la bayoneta de su rifle, Jhon los repelía a puñetazos y tiros por partes iguales, me abrí paso con el lanzallamas y tras unos asaltos terriblemente violentos, despejamos la planta baja. El olor a Dorada al horno era delicioso. Les comenté a mis compañeros lo que había leído en la carta y ellos me enseñaron lo que habían descubierto en el sótano. Ni más ni menos que una puerta blindada sin ningún tipo de maneta, cerradura ni nada por el estilo. Colocamos un poco de C4 e intentamos volarla sin éxito, por lo que después de discutirlo mucho, decidimos hacer un "Italian Job", nos colocamos en la planta baja, colocamos cargas de C4 en el suelo e hicimos PUM. La planta baja de la casa se volatilizó quedando la puerta de entrada a la altura de la primera planta, y el suelo nos dejó una bonita abertura a lo que escondía el sótano tras la puerta.
La mansión tenian un algo... siniestro |
En el sótano había hileras e hileras de libros chamuscados por la explosión (ninguno era el Necronomicón) y en un rincón, aterrorizada y chamuscada, una dulce muchacha de tez pálida. Se presentó ante nosotros como Gina, sobrina de Lovecraft y fanpira. Le preguntamos por el paradero de el Necronomicón y nos confesó que se lo había comido mientras estaba encerrada en el sótano esquivando los Profundos. En estas, el techo de lo que quedaba de casa empezó a derrumbarse sobre nosotros y sin pensarlo demasiado, salimos cagando leches de los restos de la mansión.
En el exterior nos esperaba Alejo bastante impaciente, sin atender a la historia que le contábamos sobre profundos y tiroteos, nos interrogo sobre el tema del Necronomicón. Mentimos como bellacos y le dijimos que estaba en la Antártida con Ruiperez, para evitar que se llevara a nuestra nueva compañera Gina a saber con que oscuros planes.
Tras sopesarlo, Alejo nos mandó al puerto Fluvial del Llobregat donde nos esperaba el Gigamesh, un crucero rompehielos artillado tripulado por Tintín Macutes. Si queríamos seguir con vida teníamos que viajar hasta la Antártida tras RuiPerez y conseguir el Necrononmicón. Para asegurarse de que cumplíamos la misión se nos asigno una dotación de Tintín Macutes.
El Gigamesh en todo su explendor |
Emprendimos el viaje a la Antártida en el veloz navío, durante días la única diversión que tuvimos fueron las pruebas con los sistemas defensivos de la máquina de guerra.
Tras un largo y cansino viaje llegamos a la Antártida.
Frío, muy frío, y un ruido constante a viento... y ni un maldito bar. |
No os podéis imaginar como sopla el viento allí, el ruido es constante y mina la moral, las distancias engañan y lo que parece cerca, suele estar muy lejos. Nos dirigimos a buscar el campamento base con las indicaciones que nos habían facilitado antes de emprender el viaje y tras una larga caminata, lo encontramos. El campamento estaba abandonado y medio sepultado por la nieve. Mientras indagábamos John encontró un montón de información sobre el estudio del Pingüino Paticorto de la Antártida. Yo por mi parte fui sorprendido por un perro mutante asqueroso al que dimos muerte rápidamente.
El susto que nos dió el puto chucho |
Tras revisar la documentación, encontramos las coordenadas donde se había dirigido Ruiperez por última vez, así que cogimos el equipaje que llevábamos y nos acercamos a la posición. Ante nuestro asombro descubrimos al poco de travesía unas montañas inmensas, más grandes que cualquier montaña que pudiera haber visto en mi vida. Al pie de estas se habría una inmensa gruta que se adentraba en el corazón de la Tierra. Como somos de Hospitaun y no tememos a nada, nos dirigimos a su interior.
¿Quién dijo miedo? |
En el interior de la gruta encontramos montones de Pingüinos Paticortos que deambulaban por los lagos interiores. Usando los conocimientos que había adquirido en la base anteriormente, John intentó sacar algo de información a los pingüinos. Los bichillos nos contaron que había visto humanos pasar en dirección a una gruta que bajaba hacia el interior de la montaña, e incluso se ofrecieron a llevarnos hasta el lugar. Por desgracia entre los pingüinos había varios Fanhunters de la División Paisana camuflados, los muy perros empezaron a dispararnos escondidos en la multitud, lo que nos impedía devolver los tiros. Por suerte a John se le ocurrió decirle a los pingüinos, en su idioma, que se fueran a la otra parte de la gruta. Los animalicos obedecieron dejando a los pringados de los Fanhunters sin escudos hum... animales. Os podéis imaginar como acabó el tema, cadáveres flotando bocabajo con disfraz de pingüino.
El fin del camino estaba cerca |
Finalmente llegamos a un saliente en medio de un inmenso pozo que llega hasta las profundidades de las montañas. Un lugar terriblemente oscuro y desapacible. Los pingüinos después de guiarnos ahuecaron el ala rápidamente dejándonos solos en medio de aquella caverna. Al final del saliente encontramos el cadáver de RuiPerez, había muerto al final del camino, su cara mostraba una expresión de terror indescriptible. Gina se despidió de él, rebuscamos entre sus cosas y encontramos la carta de Magik, John la cogió y nos dispusimos a salir de allí con el cadáver de Rui Perez a cuestas... pero no iba a ser tan fácil.
El Horror |
Unos tentáculos repulsivos, del tamaño de vagones de metro, salieron del pozo de inmensidad profunda para intentar capturarnos. Sin pensarlo demasiado, tiramos el cadáver de Rui Perez y salimos corriendo cagando leches, somos matones pero sabemos cuando no se puede ganar la batalla. Los tentáculos nos persiguieron por la gruta intentando cazarnos a nosotros y a los pingüinos que se habían unido a nuestra huida. Salimos de la gruta y nos dirigimos a toda velocidad hacia el Gigamesh.
Esto es el fin, camaradas |
Por desgracia la nave Papal estaba atrapada por los mismos tentáculos que nos rodeaban. Subimos al barco y empezamos repeler las horripilancias que impedían al barco arrancar. Los Macutes pusieron de su parte muriendo estoicamente y activando los escudos del Gigamesh en un intento de detener la bestia. Finalmente, a base de granadas, lanzallamas y tiros, los tentáculos perdieron un poco de fuerza, Gina arranco el Gigamesh a máxima potencia y la nave se desató del abrazo monstruoso. Vimos como la monstruosidad que nos había intentado merendar se iba empequeñeciendo en la distancia y suspiramos aliviados.
La llegada al puerto de Barnacity... bueno, podemos decir que al Papa Alejo no le gustó nada cuando le mentimos y le dijimos que el Necronomicón se había perdido bajo los Montes Antárticos. Creo que ha pasado de detestarnos a ser nuestro enemigo abiertamente. El tiempo lo dirá.
Ahora tenemos una nueva erudita con nosotros, Gina ya nos ha dicho que se viene a Hospitaun y que nos echará una mano con los temas paranormales, me pregunto si sabrá explicar como unos tios tan malos hemos llegado tan lejos, eso si que es paranormal.
Seguimos con la lucha, ahora que Alejo va a por nosotros la cosa se complica, próxima parada, Bilbado.
Seguid luchando, malditos.
-FIN DE LA TRANSMISIÓN-
No hay comentarios:
Publicar un comentario